¿Ecpatía o empatía? Un viaje hacia la comprensión del otro (y de uno mismo)

Recuerdo como si fuera ayer aquel oscuro periodo de 2012. La depresión clínica me había atrapado en sus garras, y mi trabajo como trabajador social escolar, que siempre había sido mi pasión, se convirtió en una carga insoportable. Me sentía agotado, vacío, incapaz de conectar con el sufrimiento de los demás, y mucho menos de ayudarlos. En ese momento, no sabía que era ecpatía lo que necesitaba.

Hoy, después de un largo proceso de recuperación y aprendizaje, puedo afirmar con certeza que la comprensión de estos dos conceptos fue clave para mi sanación y para mi regreso a la labor que tanto amo. Y es que, aunque uno este de moda y el otro apenas se conozca, empatía y ecpatía son dos caras de una misma moneda, dos formas de relacionarnos con el dolor ajeno que, si bien están interconectadas, presentan matices importantes.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la capacidad de comprender e imaginar los sentimientos de los demás. Es como probarse los zapatos del otro, imaginar lo que él siente, sentir sus emociones como si etuvieramos en su legar. La empatía nos permite conectar con el sufrimiento ajeno, ofrecer consuelo y apoyo, y construir relaciones más profundas y significativas.

¿Y la ecpatía?

La ecpatía, por otro lado, va un paso más allá. No se trata solo de comprender y compartir las emociones del otro, sino de mantener una distancia que nos permita regular nuestras propias respuestas emocionales. Es la capacidad de observar el dolor ajeno con compasión, pero sin dejarnos arrastrar por él y manteniendo nuestras propias emociones y sentimientos.

¿Por qué es importante la ecpatía?

En mi trabajo como trabajador social escolar, la ecpatía se ha convertido en una herramienta fundamental. Me permite acompañar a niños y adolescentes en sus momentos difíciles, validar sus emociones y ofrecerles apoyo, sin que su dolor me desborde y me impida realizar mi labor de forma efectiva.

La ecpatía es esencial para evitar el desgaste emocional y la fatiga por compasión, especialmente en profesiones que implican un contacto constante con el sufrimiento ajeno. Nos permite cuidar de los demás sin descuidar nuestro propio bienestar emocional.

El equilibrio entre empatía y ecpatía

No se trata de elegir entre una u otra, sino de encontrar un equilibrio. La empatía nos permite conectar con el otro, mientras que la ecpatía nos protege de la sobrecarga emocional. Ambas son necesarias para construir relaciones sanas y significativas, tanto en el ámbito personal como profesional.

Un cuento para reflexionar

Para ilustrar la importancia de la ecpatía, me gustaría compartir un cuento que me ayudó mucho durante mi proceso de recuperación:

«En el reino de las mariposas, una vez el rey vio algo que relumbraba a lo lejos. Entonces quiso saber de qué se trataba. Envió a una mariposa para que investigara. La mariposa fue, volvió y le dijo al rey: “Es la luz de una vela”. El rey no quedo conforme ante esta respuesta y envió a otra mariposa para que indagara más sobre aquello que resplandecía. La segunda mariposa fue y, al acercarse más, se quemó un poco las patitas, volvió algo asustada y dijo al rey: “Es la llama de una vela, y es algo que produce dolor”. El rey no quedó tranquilo aún y envió a otra mariposa. La tercera mariposa se acercó tanto a la llama que se quemó en ella. La mariposa no volvió y el rey sólo percibió el olor a chamusquina de su cuerpo quemado.»

Este cuento nos enseña que la curiosidad y el deseo de ayudar pueden llevarnos a acercarnos demasiado al dolor ajeno, con el riesgo de quemarnos. La ecpatía nos invita a observar la llama con precaución, a comprender su naturaleza sin necesidad de inmolarnos en ella, solo «quemándonos las patitas».

Conclusión

La empatía y la ecpatía son dos herramientas poderosas que nos permiten conectar con los demás y ofrecerles nuestro apoyo. Aprender a utilizarlas de forma equilibrada es fundamental para nuestro bienestar emocional y para construir relaciones más sanas y significativas.

Y tú, ¿cómo te relacionas con el dolor ajeno? ¿Te consideras más empático o ecpático?

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