Hoy he visto el siguiente titular en mi feed:
El niño que rompió una vasija de 3.500 años de antigüedad en un museo
Automáticamente han venido a mi mente un montón de pensamientos relacionados con los posibles sucesos que habrían podido llevar a tal desenlace, o como este suceso afecta al patrimonio cultural de mi comunidad y he conseguido frenar las valoraciones que iba a hacer sobre la familia de ese niño, después he leído la noticia tranquilamente.
Pero … ¿por qué os cuento esto?, aquí el periodista está jugando con nuestra percepción y activando lo que la psicología llama el sesgo de negatividad.
– Miguel pero que me estas contando, a mi que me importa el sesgo este.
– El sesgo de negatividad es un mecanismo cerebral que ha evolucionado con nuestra especie durante miles de años, pensar que hace no tanto la distancia a la que te podías enterar de las noticias era más o menos unos 50 kilómetros por día que es el máximo que puede recorrer un caballo sin desfallecer, por jornada, eso quería decir que nuestros antepasados no tenían mucho tiempo de reacción ante noticias catastróficas, como el avance de un ejército invasor o desastres naturales. Por lo que aquellos que no prestaron atención a esas noticias o no hicieron caso diligentemente sucumbieron y por tanto no tuvieron descendencia, así que podríamos decir que todos somos descendientes de aquellos humanos que prestaron atención diligente a las malas noticias y reaccionaron en consecuencia, y esto acabó asentándose en un mecanismo neurológico que la psicología ha dado en llamar el sesgo de negatividad.
Si te das cuenta este sesgo tiene un componente de «cercanía» muy importante, el tiempo de reacción y focalización de la atención en la noticia negativa era fundamental para la supervivencia del individuo o la comunidad. La tecnología, la «aldea global» y el acceso inmediato a información de todo el mundo ha invalidado de facto este mecanismo, algo que hasta ahora nos ha servido para mantenernos vivos como especie se ha convertido en una trampa atencional y los periodistas, influencers y departamentos de marketing lo saben bien.
Seguramente no habría prestado atención al titular su hubiera sido el siguiente:
Un niño rompe por accidente una vasija de 3.500 años de antigüedad en un museo de Israel
Por esta, entre otras razones, es fundamental educar y educarnos en el pensamiento crítico y en soft skills.
¿Habéis caído alguna vez en esta trampa atencional? Me encantaría conocer vuestras experiencias.