Hoy me gustaría compartir con vosotras este interesante estudio que ha publicado la consultora Éxito educativo junto con “educarestodo” y la Universidad a distancia de Madrid.
No voy a entrar en los pormenores del estudio, pero sí que creo que merece la pena comentar algunas de las conclusiones:
Más del 80% de los docentes creen que su estado de ánimo influye bastante o mucho en su labor docente.
Parece una verdad de Perogrullo y es evidente que a todos nos influye nuestro estado de ánimo en nuestros trabajos, pero no olvidemos que los docentes trabajan con menores en desarrollo y sirven de modelo para estos. Esta métrica en si misma no parece preocupante, pero avancemos en el análisis.
Un 34,5% de los docentes define su estado de ánimo en su labor docente como muy deficiente o deficiente.
El 35,5% de los docentes se siente maltratado de forma habitual en su entorno laboral por diferentes agentes (administración, familias, compañeros…).
38,4% de los docentes se autopercibe en un estado emocional que podría asociarse a depresión.
39,9% de los docentes con entre 5 y 15 años de experiencia sienten que están en un estado emocional que puede asociarse a depresión.
A la luz de estos datos podríamos decir que entre el 35% y el 40% de los docentes experimenta emociones displacenteras habitualmente en su labor educativa, si combinamos estos números con los del primer comentario y siendo conservadores podríamos decir que alrededor del 30% de los docentes abordan sus clases desde conductas compatibles con la depresión.
Según estos números algo más de 1 de cada 4 personas que atiende a nuestros hijos en las escuelas e institutos les presenta un modelo conductual compatible con la depresión. Lo cual me parece desolador.
13,12% de los docentes presenta ideación y/o intención de conductas autolesivas.
Creo que este dato habla por si solo, es urgente que abordemos los aspectos emocionales con nuestros docentes, no solo por el bien de nuestras hijas, sino también por su propia salud.
7 de cada 10 docentes cree que la dirección de su centro no está preocupada por su nivel
de motivación como docente.
Y para cerrar este breve análisis, este demoledor dato que nos viene a decir algo así como que entre el 35 y 40% de los docentes experimenta emociones displacenteras de forma habitual en su labor educativa y más de dos tercios de estas personas piensan que ésto no le importa a sus superiores directos.
Durante este último año he reflexionado mucho sobre la importancia del liderazgo educativo y como el nivel de bienestar de toda la comunidad educativa y el desempeño educativo del alumnado están totalmente condicionados por él. Así que en mi opinión primero deberíamos de procurar liderazgos más humanos en los centros y esto en sí mismo ya mejoraría el resto de datos, no siendo suficiente por supuesto, pero sí imprescindible.
Espero que este artículo le haya resultado interesante.